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domingo, 7 de junio de 2009

Hablan Umpi y su alter ego

Mientras estrena comedia musical en Buenos Aires, Dani Umpi se prepara para presentar su segundo disco y espera ver una de sus novelas en pantalla grande.

Gabriela Vaz


"Yo no soy moderno, no me sale, soy tradicional, nada de lo que hago es rupturista". Es al menos desconcertante escuchar esas palabras de boca de alguien capaz de subir a un escenario con barba, dos colitas, un uniforme de colegio y taco aguja para cantar -desafinadamente y con "voz fea", según sus propias palabras- una versión en inglés del tema Amándote, de Jaime Roos.

El día que Daniel Umpiérrez llegó a la entrevista con Domingo venía del psicólogo. "Por eso estoy tan reflexivo. Esta nota va a ser un desastre, ¡me agarrás re poco personaje!", explica entre risas. No obstante, el multifacético artista siempre tiene algo para contar. A sus 34 años tiene un curriculum que muchos considerarían envidiable: tres novelas publicadas, una de ellas en proceso de convertirse en película protagonizada por Natalia Oreiro, dos discos (el segundo sale en julio), una comedia musical que cuenta con la participación de Fito Páez y tiene a Romina Ricci como actriz principal, y un perfil aniñado pero under que le ha valido convertirse en una suerte de ícono mediático de lo alternativo, tanto en Uruguay como en Argentina.

Sin rastas, ropa excéntrica ni discurso freak, el artista demuestra que su alter ego no necesita caracterización alguna para aparecer. Dani Umpi responde.

Musical. Cuando recibió la invitación del Centro Cultural Rojas de Buenos Aires para escribir una obra de teatro que se incluyera en el ciclo Decálogo, que consta de diez piezas relacionadas con los Diez Mandamientos, su primera respuesta fue no. "No sé nada de teatro, ni siquiera voy. Las obras complejas no las entiendo, me aburro. Tengo todos los prejuicios del ignorante. Me pasa lo mismo con la danza, el carnaval, el fútbol: son lenguajes que no entiendo. Pero después me di cuenta que era una gran oportunidad, y que si no la aprovechaba era un bobo".

La única condición era que la trama se correspondiera con el mandamiento "No robarás". Así surgió la historia de un grupo de amigos entre los cuales uno, que es gay, comienza a salir con una chica, ex novia de otro de ellos, en formato de comedia musical. "Tanto Maruja (Bustamante, la directora) como yo queríamos una obra super frívola. Es un universo que, conceptual y estéticamente, me interesa mucho, y es una continuación de lo que vengo haciendo. La obra es una gran mariconada. No se trata del `No robarás` con carga moral, sino desde un punto de vista frívolo, banal y superficial". La alusión al mandamiento tiene dos lecturas: que el chico le "roba la novia" a un amigo o que la chica le "roba el gay" a su grupo. "Es la inversa del `salir del armario` con los prejuicios de los amigos gay, que no son tan abiertos, porque no les gusta que uno salga con una mujer. Pero es un musical liviano", aclara Umpi. Nena, no robarás se estrena este fin de semana, con Romina Ricci a la cabeza, quien por primera vez cantará y bailará en escena. La música fue compuesta entre Umpi y Javier Vaz Martins (del grupo Astroboy), y tiene la participación de Fito Páez en teclados.

-Tus inicios en la música fueron con una parodia del cantante. Decías que disfrutabas subirte a un escenario sin saber cantar. ¿Por qué decidiste aprender?

-Sí, ¡pero esa parodia funcionó! (risas). Quise conservar el espíritu de espontaneidad, pero que eso sonara bien, que fuera mejor técnicamente. Sé cuales son mis limitaciones, sé que no puedo cantar mejor que los de Operación Triunfo, pero quiero un disco que suene bien. Escribo una novela y quiero que esté bien escrita, en una buena editorial. El nivel va por lo técnico, no por lo conceptual. Porque, por más idas y vueltas que tengo, siempre hablo de lo mismo. Hay una constante.

-¿La prueba de ser una moda ya la superaste?

-Creo que nunca fui moda. Ponele que al principio me iban a ver algunos `onderos`, pero eso fue unos meses y yo ya llevo años. A los que me producen siempre les digo: "que no sea moderno". Se ríen porque tengo como una obsesión. Soy prejuicioso con eso. Cuando hago algo siempre pienso cómo voy a verlo en diez años, o en diez meses. Trato de poner el énfasis en algo atemporal. Además porque yo no puedo sostener ser moderno, soy de un barrio de Tacuarembó. No puedo sostener esa postura, no me interesa y no me sale.

-¿Vivís hoy de tu producción artística?

-En este momento sí, pero vivo como una persona de clase media baja uruguaya, que es lo que siempre fui. La diferencia es que trabajo en algo que me gusta. En un momento trabajé en un cambio, de traje y corbata. Si hubiera seguido trabajando allí, seguramente ganaría más. Yo ahora veo a mis compañeros de clase, que tienen autos, hijos y pueden mantener una casa. Yo no puedo pagar el alquiler, no puedo mantener ni una planta. Tenía dos tunas y se me murieron. Vivo muy en la chiquita, no tengo bienes, tampoco una familia para mantener. No puedo creérmela porque mi personaje es una "freakeada", y porque vivo como todo el mundo. He sacrificado lo económico por hacer lo que quiero. Ser artista no es redituable, y menos hacer lo que hago, que es una rareza. Son opciones. Tengo la suerte de poder pagarme las cosas con mis caprichos artísticos. Sé que dentro de mi miseria soy privilegiado.

-Tu próximo disco, Dramática, se presenta oficialmente en Buenos Aires antes que en Montevideo, el 2 de julio en el teatro El cubo...

-Es un proyecto de dúo, no es solista. Lo hago con Adrián Soiza, que es guitarrista. Versionamos canciones, sólo con guitarra y voz, por eso es opuesto al anterior. En lugar de ser discotequero, es "fogón freak". El repertorio es bastante ecléctico, con canciones en inglés, español y portugués. Hay temas de Pet Shop Boys, Fun People, Valeria Lynch, El Otro Yo, Ace of Base, alguna folclórica. Sólo hay un tema uruguayo: Gris, de Loop Lascano. Está bueno, yo estoy muy copado con eso.

-Con respecto a Miss Tacuarembó, la película, ¿es cierto que te enterás de cómo va por los diarios?

-Es una película en base a una novela que yo escribí, pero nada más. No es un proyecto mío. Sé que se va a filmar el año que viene, pero no tengo detalles. Todo el mundo me pregunta y la verdad es que yo no sé. Lo que quiero es ver todo terminado. Me intriga mucho ver qué harán.

-Dani Umpi era una obra de arte ambulante. ¿Te cansó eso?

-Al principio lo veía así, era así. Pero luego empecé a hacer cosas "desde" ese personaje, y no sólo "para" ese personaje. Ahora ya está todo muy mezclado. Estoy más espontáneo. Antes era más estratégico: `tengo que estar en tal lugar, vestido de tal manera, decir tal cosa, hacer tal cosa, para que la gente piense tal cosa`. Después eso me cansó, porque me aburro enseguida de todo. Empecé a mutar. Daba entrevistas y no estaba caracterizado. Decía cosas y no eran tan en broma. Alternaba entre el alter ego y yo. Ahora ni sé en qué punto estoy. Rescato que tengo mucha libertad. Andy Warhol decía: "artista es el que se sale con la suya". Yo sé que lo mío es difícil de explicar, que es caprichoso, que a algunos les gusta y a otros no, pero, al final, me salgo con la mía.

Una voz sobre gays

-¿Te has sentido representante, quizá sin quererlo, de la comunidad gay en Uruguay?

-Al principio lo vivía como algo problemático, porque dentro de mis prejuicios estaba el discurso gay, que yo no compartía. Sentía que, por más que fuera homosexual, tenía más en común con un fanático de La Tabaré que con un gay que va a bailar Madonna. Pero era un conflicto interno mío. Entonces iba a una nota y hablaba mal de los gays, decía que me parecían un ghetto. Luego fui aprendiendo. De todas formas, siento que hay gente mucho más preparada que yo para hablar de las cosas que a veces me preguntan, como qué opino del casamiento entre gays, o de los gays en el Ejército. Y yo sinceramente no opino nada. Me parece que si hay gays que quieren casarse o entrar en el Ejército, está bien, pero desconozco las leyes. Me preguntan y termino hablando de cosas que no sé.

imágen: Dani Umpi

fuente: El Pais Digital [texto e imagen]