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viernes, 20 de marzo de 2009

POR HORA POR DÍA POR MES || Martín Barea Mattos

La ciudad sin centro
Alfredo Fressia

LUGARES de pasaje, donde sólo se detienen los coches, pero donde los seres humanos (como muchos contenidos poéticos) están literalmente "de paso" y efímeramente -"por hora, por día, por mes", para ser exacto-, los estacionamientos comparecen en el mismo título de este más reciente libro de Martín Barea Mattos (Montevideo, 1978) y constituirán el tema, urbano, que dará unidad a los 90 generosos poemas que componen el conjunto.

Por cierto, hubo un tiempo, no muy lejano, en que el lugar urbano por excelencia era la plaza, el eje de la polis y su epicentro social. Y la estética urbana que podía surgir de la polis no aceptaba la prisa, la condición de lugar subalterno, desnudo de ornamentos, cambiante según las horas o los días, de identidad siempre dudosa. Aun el cisne de Baudelaire, aquel ya manchado por el barro de las obras urbanas, corría todavía entre los escombros de una ciudad que crecía. Hoy esa Ciudad quedó detenida, como en la Montevideo de estos poemas, y de la urbe de proyectos y prosperidad sólo quedan parkings y campos baldíos.

Barea Mattos sabe que al poeta le toca crear su camino dentro de esa nueva Ciudad, especie de periferia gigante, sin centro y sin bordes. El idioma ya no podrá ser reductible a las paráfrasis sintácticas, ni podrá apostar a las ya agotadas vanguardias. Más bien, deberá reinventarse en cada poema, y su "valor" será relativo, como en los estacionamientos que anuncian el "por hora, por día, por mes" que aquí se vuelve título, señal inequívoca para la lectura. De ahí proviene esa paradójica vitalidad que existe en la poesía de Barea, una estética vitalista ("Lirio de lirio") donde muchas veces las paronomasias buscan y encuentran un sentido como un golpe de dados: "Adoptado o adaptado/ da igual/ que nadie se entere quién es tu padre o madre/ hay un sistema que registra la diferencia/ no te asustes entre la familia y la infamia/ el círculo de sillas/ el turno de fregar/ entre la oración y la ración hay un padre/ tu vejez será igual/ si recuerdas las diferencias// será igual". En semejante estética el hombre "parece muñeco de acción" y el sentido puede construirse por los varios usos de una palabra ("Cordón umbilical/ cordón/ de los zapatos/ de la vereda/ cordón policial") para acabar, en ese mismo texto, en la libertad perdida ("ella parió libertad/ y la atraparon").

Un poema puede componerse sobre pronombres ("Él/ nos mira a los dos/ él/ el tercero en discordia") que pueden llenarse con los contenidos que el lector decida o esté dispuesto a dar. También puede negarse a llenar de sentido esos pronombres y, entonces, se puede perder "el rumbo/ de la conversación", porque Barea sabe que la construcción del sentido convive siempre en poesía con la destrucción del sentido. Y a este poema del posible rumbo perdido o anulado le sigue - "significativamente", ya que el orden de un poemario es sabidamente un sentido construido- el que comienza con esta aseveración vasta: "El siglo veinte ha sido derrumbado con sus equis gemelas".

Puede ocurrir que un poema se desarrolle sobre la reiterada acumulación de la estructura fundacional del símbolo (metáfora o metonimia), a saber, "esto que es aquello" ("Este trago de agua que es curva y rambla y muro/ y baba entre las rocas/ este vaso con agua que es mesa y sueño y serpiente y sábanas/ que es río mineral océano y esclava (…)", una especie de acumulación en forma de caracol que acaba justamente nombrándose: "y la espuma y el jabón y la ducha y el vapor/ termina en caracol guardando/ el sonido leído".

Muchas veces la técnica de Barea se aproxima al collage, la yuxtaposición de menciones que acaban por revelarnos la contracara de un lugar, por ejemplo en "18 de Julio", uno de estos poemas donde la Ciudad toma siempre el rostro de Montevideo, o en "1º de Mayo", que será seguido por el poema que se inicia con "Que nos den los baldíos". Y, por oposición a esta arborescencia, también se puede encontrar en el poemario un "Poemas" de un único verso juguetón ("entreverados en la ensalada hojas y hojas de lechuga"), sin duda porque la misión de esta poesía del movimiento y el descubrimiento es sorprender a su lector para seducirlo siempre.

POR HORA POR DÍA POR MES, de Martín Barea Mattos. Estuario Editora, Montevideo, 2008. Distribuye Gussi. 127 págs.

fuente: El País