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viernes, 13 de marzo de 2009

MARCEL DUCHAMP || FUNDACION PROA


MARCEL DUCHAMP EN LA VECINA ORILLA

Inteligencia, humor y erotismo

Victoria Verlichak
(Desde Buenos Aires)
fuente: EL PAIS, Montevideo, Uruguay

LA MUESTRA Marcel Duchamp: una obra que no es una obra ´de arte´, inaugurada en la nueva sede de Fundación Proa en Buenos Aires a fines de 2008, fue una afirmación de principios y acercó al gran público un enigmático artista, tan icónico como revulsivo. El deslumbrante edificio con fachadas de vidrio que la alberga, situado en la Vuelta de Rocha, contempla aun más metros lineales de exhibición, librería, auditorio, restaurante y terraza. Adriana Rosenberg, presidenta de la Fundación, señala que, desde su transparencia, el edificio "conversa con el entorno único que es La Boca y propone un diálogo entre antiguo y contemporáneo, arquitectura y urbanismo, interior y exterior".

Aún cuando Marcel Duchamp (1887-1968) es considerado por la crítica, las instituciones, y la academia como una figura esencial, que se anticipó al arte de vanguardia del siglo XX y que con su manera absurda y juguetona de mirar al mundo (dadaísta avant la lettre) contribuyó a desarrollar otras tendencias como el surrealismo o el Pop Art, los rechazos y los entusiasmos que aún concita poseen igual intensidad.

Es reverenciado por muchos como un santo laico, tanto como cuestionado por otros que no digieren que un urinario de porcelana blanca tenga lugar en un museo de arte. La retrospectiva de 1963, en el ahora inexistente Pasadena Art Museum (Los Ángeles), ayudó a presentarlo a nuevas generaciones en los Estados Unidos. La Tate Gallery (Londres) en 1966 hizo lo mismo para Europa. Luego de su muerte, con las retrospectivas en el Philadelphia Museum of Art (Filadelfia), Museum of Modern Art (Nueva York), y Centre Pompidou (París), su valoración no ha cesado de ascender. Otros defensores del arte clásico como el eminente Ernst Gombrich (1909-2001) en su difundida Historia del arte (1950) -que alcanzó su decimosexta edición en inglés y numerosas en español- apenas le dedicó dos líneas en 700 páginas, describiéndolo como una moda pasajera.

Sin embargo, a través de muchos de sus gestos más radicales, el artista debatió en torno a, por lo menos, tres temas repletos de sentido común. Uno de sus mayores biógrafos, el norteamericano Calvin Tomkins, resumió los argumentos afirmando que Duchamp se enfrentó al arte retiniano (quiere poner al arte al servicio de la mente), se rió de la auto importancia que ocupa al mundo del arte y a los artistas (se creen semidioses y carecen de sentido del humor) y se rebeló contra el mercantilismo que invadió el medio artístico.

Inteligente y provocador -practicó el arte performático y abrió caminos para lo que, a partir de los años sesenta, se dio en llamar arte conceptual-, Duchamp sigue ejerciendo enorme influencia sobre muchos artistas. Irónicamente, su empeño por desacralizar el arte, por desmaterializar la obra, lo transformó en uno de los vértices del universo artístico.

Quién es Duchamp. Considerado como el gran innovador de la cultura moderna, Duchamp nació en una familia de artistas el 28 de julio de 1887 en Blainville-Crevon, un pueblo de Rouen, Francia. El abuelo y cuatro de los seis hermanos fueron artistas; además de Marcel, su hermana Suzanne también se internó por los vericuetos del arte, su hermano Gaston fue el pintor conocido como Jacques Villon -en homenaje al poeta Francois Villon- y el otro fue el escultor cubista Raymond Duchamp-Villon. Estos últimos formaron parte del grupo cubista de Puteaux (llamado así por el suburbio parisino en el que vivían).

Duchamp tuvo una infancia y una juventud sin sobresaltos. Formado como pintor en la Académie Julian en 1905-06, exhibió en París sus tempranas pinturas post impresionistas por primera vez en 1909. En 1912 impactó con su obra, Nu descendant un escalier Nº 2 (Desnudo bajando la escalera), de inspiración cubista, que retrata a un cuerpo como un ondulante mecanismo en movimiento. Exhibida al año siguiente en Nueva York, causó gran alboroto entre el público y la crítica. En esa pintura de tonos ocres, Duchamp partió de estudios científicos y fotografías que muestran la deconstrucción del movimiento, de modo que aparece el cuerpo como una suerte de robot mecanizado. En 1913 abandona la pintura, con la excepción de Tu m` (1918; Tu me: se presume que en este caso quiere decir "Tú me molestas"), obra pedida por una amiga.

Entonces realiza el primer readymade (objeto industrializado declarado obra de arte), un paso revolucionario que significó la ruptura con la tradición artística en su totalidad. Roue de bicyclette (Rueda de bicicleta) es una sencilla rueda de bicicleta fijada sobre un banquito (de cocina) que no fue concebida para ser mostrada. Le gustaba tenerla en su estudio, quizá un refugio donde poder experimentar. Era un divertimento: "Ver esa rueda girar era muy relajante, muy reconfortante", dijo, "una especie de apertura a avenidas hacia otras cosas alejadas de la vida material de cada día… Disfrutaba de ello del mismo modo que disfruto contemplando las llamas en una chimenea".

Y es recién en 1915, ya instalado en Nueva York, cuando Duchamp concibe el término readymade (en inglés) y reconoce a Roue de bicyclette como tal. De difícil interpretación, éste indudablemente evoca la modernidad y el progreso del París de entonces. El readymade es una composición o disposición de objetos de uso cotidiano -una pala de nieve, un perchero, un secador de botellas- que, alejados de su función, adquieren una nueva existencia por haber sido elegidos por el artista y transferidos al mundo del arte.

Su experiencia con los readymades dio paso a muchos malentendidos, y aun hoy sigue habiendo muchos artistas confundidos. Pero aparentemente él no elegía cualquier objeto; todos fabricados en serie, respiran modernidad. Asimismo, restringió su propia producción de los readymades, que según la ocasión catalogó como "puros, modificados, rectificados, imitativos, recíprocos", y más. En 1961, Duchamp sostuvo que éstos tenían una "característica importante: la breve frase que en cada ocasión inscribía" en ellos. "Esta frase, en lugar de describir el objeto como lo hubiese hecho un título, estaba destinada a transportar la mente del espectador hacia otras regiones más verbales".

Actualmente, los readymades existen como réplicas. Acerca del peine de metal para perro, uno de dos originales que sobrevivieron, Duchamp dijo en 1964 que inscribió sobre éste "una frase absurda: Tres o cuatro gotas de altura no tiene nada que ver con el salvajismo (…) A lo largo de los 48 años que han transcurrido desde su elección como readymade, este pequeño peine de hierro ha conservado las características de un verdadero readymade: ni belleza, ni fealdad, nada en él particularmente estético… ["belleza de la indiferencia"]."

Además de alejarse de la vieja Europa para eludir el ejército en plena Primera Guerra Mundial (1914-1918), su traslado a Nueva York en 1915 le sirvió para distanciarse del circuito artístico parisino. Al llegar se sintió liberado y fascinado por los rascacielos, por esa ciudad brillante de hierro y metal que respiraba futuro. Allí intentó exhibir un urinario en una muestra de la Sociedad de Artistas Independientes; objeto que llamó Fountain (Fuente) y firmó con el seudónimo R. Mutt. Este gesto de 1917, de utilizar un objeto preexistente y cambiarle su función al situarlo en un salón que lo legitima como una obra artística, es definitorio. Pero jamás quiso ser encasillado en ninguno de los papeles que desempeñó como escultor, curador, pintor, diseñador, tipógrafo, gestor cultural y, por momentos, galerista.

Meses después de que los Estados Unidos entraran en la Gran Guerra, Duchamp se embarcó hacia la Argentina para trasladarse a "un país neutral"; temía ser reclutado, posibilidad cierta, aún cuando recién se nacionalizaría norteamericano en 1955.

En Buenos Aires permaneció nueve meses y, principalmente en un club local, se dedicó a tomar clases y jugar al ajedrez (en sus palabras "a lo loco"), juego que luego tuvo una importancia monumental en su vida. Gonzalo Aguilar, de la Universidad de Buenos Aires, apunta que aquí realizó cuatro obras: el Pequeño vidrio, À regarder (l`autre côté du verre) d`un oeil, de prés, pendant presque une heure [Para ser mirado (desde el otro lado del vidrio) con un ojo, de cerca, durante casi una hora], quizá ensayo para el Gran vidrio; el experimento óptico Steréoscope ala main (Esteroscopia a mano); la talla del Buenos Aires Chess Set, un juego de ajedrez (menos los caballos, realizados por un ebanista local); y (las instrucciones para) el Readymade malheureux (Readymade infeliz), "readymade a distancia" que envió a su hermana Suzanne como regalo de bodas.

Por las cartas que se conservan en relación al viaje se sabe que ni el mundo intelectual ni la "sociedad" advirtió su presencia (en 1913 Guillaume Apollinaire le había dedicado un capítulo de su libro Les Peintres Cubistes y era conocido en el circuito neoyorquino). Elogió a la ciudad por su comida y tranquilidad, aunque al vivir a escasas cuadras de Congreso advirtió las manifestaciones obreras en enero de 1919 (la famosa Semana Trágica, encendida por la represión tras las protestas de los trabajadores de los talleres Vasena, donde murieron centenares y quedaron miles de heridos).

Según las misivas que enviaba a sus amigos, por momentos le parece que Buenos Aires "no existe". Era una ciudad demasiado provinciana y con una compañera de viaje decidió "cubificar" Buenos Aires, intentando organizar una muestra cubista. Aquí no encontró rastros de modernidad: faltaban algunos años para 1924 cuando Emilio Pettoruti expuso, con gran escándalo, sus obras de tintes cubistas, futuristas.

Cuando la guerra terminó regresó a París, ciudad donde vivió alternando con Nueva York. Amores, mecenas, amigos brillantes, poderosos, sazonaron sus días. El fin encontró a Duchamp casado desde 1954 con Alexina Sattler, conocida como Teeny Matisse (ex esposa del hijo de Henri Matisse, 1869-1954), cuya hija Jackie Matisse asistió a la inauguración de Proa.

Marcel Duchamp murió a los 81 años en Neuilly-sur-Seine, París, el 2 de octubre de 1968. Por respeto a la voluntad de este gran humorista, en su lápida del cementerio de Rouen se grabó la leyenda: "Por otra parte, los que mueren son siempre los demás".

De vuelta, en Buenos Aires. Aún cuando Duchamp tuvo siempre una actitud pendular de atracción e interrogación hacia las instituciones artísticas, es en ese marco donde se lo difunde e inmortaliza. Inteligencia, humor y erotismo se juntan en Marcel Duchamp: una obra que no es una obra "de arte", la notable primera muestra individual en América Latina del artista. Curada por la estadounidense Elena Filipovic, fue gestada a partir de un proyecto del coleccionista Jorge Helft presentado a Proa: "Mi proyecto era más modesto, pero Adriana Rosenberg empujó y ahora la muestra es muy importante", declaró Helft. El título se originó en la famosa pregunta de Duchamp, "¿Puede uno hacer una obra que no sea una obra `de arte`?" Siempre se preguntó si un objeto cualquiera firmado por él, exhibido en un museo, podría ser considerado como obra de arte.

La exhibición, visitada por 31 mil personas, fue producida íntegramente por Fundación Proa y coordinada en Buenos Aires por Cinthia Mezza. Reunió un conjunto de 123 piezas, entre objetos, obras sobre papel, fotografías, proyecciones y documentos. Recorrió sus obras más emblemáticas y subrayó la producción emergente desde el momento de la creación en 1913 del readymade -que es cuando, en palabras de la curadora, "Duchamp se convierte en Duchamp"- hasta los últimos trabajos de su vida. "La invención del readymade no fue su único gesto innovador durante ese período: entre otras actividades, inventó un nuevo sistema de medición y declaró que tal experimento era `arte`; creó múltiples copias fotográficas de sus apuntes; hizo uso del azar para componer música y utilizó por primera vez la fotografía (…) para redefinir la pintura -entre 1913 y 1914- ", dijo Filipovic, quien sostuvo que Duchamp fue el primer "artista-pensador". Por razones logísticas, la muestra pasó primero por el Museo de Arte Moderno de San Pablo, Brasil.

Las piezas no fueron presentadas de forma cronológica; mostraron el desarrollo circular de su trabajo, con sus continuos vaivenes alrededor de ciertas ideas y contradicciones, que no son inconsistencias sino estallidos conceptuales, reflexiones en torno a la definición y los límites de la obra "de arte", y otros temas, como la discusión acerca del original y la copia, los juegos de palabras, el erotismo.

La muestra acercó claves y permitió ver la intromisión del azar en su obra. Estudió los experimentos ópticos y tipográficos, su preferencia por la reproducción, e introdujo el escasamente examinado papel de Duchamp como curador de exposiciones, como las diseñadas entre 1930 y 1960 para los surrealistas con desopilantes e inesperadas propuestas. Incluyó Fountain (el citado urinario) y la Mona Lisa con bigote y barba, L.H.O.O.Q. (1919/1964, iniciales que pronunciadas rápido en francés suenan como "ella tiene calor en el culo"). Presentó Boîte-en-Valise (Caja en valija), uno de los 300 ejemplares de su museo portátil en miniatura -con 69 copias de sus trabajos cada uno-, y la versión que perteneció a Roberto Matta (1911-2002) de Boîte-en-Valise Deluxe, de entre 30 que realizó en caja de cuero, con una obra original entre las 69 piezas que contenían. (Más interesado en el dinero, Andy Warhol -1928-1987- aprendió mucho de Duchamp, no sólo a copiarse sino a controlar todo el mecanismo del mundo del arte).
Pudo verse la actitud performática de Duchamp a través de fotos de Man Ray (1890-1976), como Retrato de Rrose Sélavy. La imagen de 1921 muestra a Duchamp travestido de mujer, caracterizado como su alter ego Rrose Sélavy (Eros, C`est la Vie), juego de palabras leído como Eros es vida. Duchamp había ya usado ese mismo año su imagen como mujer para hacer un "readymade asistido", interviniendo una pequeña botella de perfume, de agua de violeta, y convirtiéndola en la Belle Haleine: Eau de Voilette (modificó Helène y transformó la frase en Bello aliento: agua de velo), guardada en el interior de una caja violeta con forma de ataúd firmada por Rrose Sélavy (colección Yves Saint Laurent: valuada en más de un millón, terminó por pagarse casi diez millones de euros). En Proa, la foto Marcel Duchamp as Belle Haleine muestra al artista con peluca, sombrero y perlas al cuello.

Ríos de tinta y de palabras. Proa desplegó otras dos obras fundamentales y contrapuestas, pero repletas de concurrencias, sobre las que se han escrito ríos de tinta Se exhibió la transparente pieza La mariée mise anu par ses célibataires, même (1915-23/1991-92; La novia puesta al desnudo por sus solteros, incluso), conocida como Gran vidrio, así como una especie de reproducción virtual de la misteriosa Étant donnés: 1° La chute d`eau / 2° Le gaz d`éclairage (Dados: 1. La cascada de agua 2. El gas del alumbrado).

La compleja La mariée mise... es considerada su obra mayor. En 1934 André Breton sostuvo que era una de las mejores del siglo. Trabajó en ella a partir de 1915, aunque comenzó a bosquejarla, rumiarla, en 1912. La abandonó en 1923 y la consideró completa tras pegar los pedazos del vidrio quebrado azarosamente en un traslado en 1926. La ardua obra consiste en dos paneles de vidrio, uno encima de otro, trabajados con materiales como lámina y alambre de plomo, polvo, óleo, barniz. Las notas que realizó para describirla fueron publicadas en La caja verde (1934), "las notas son obra", dijo. Los apuntes sirven para ¿descifrar? el imposible encuentro entre la "novia" (vidrio superior) y sus nueve "solteros", moldes colgados debajo en un aparato mecánico; y para ¿conocer -según Filipovic- "esta enigmática épica visual de maquinaria fallida y sexualidad frustrada". La réplica en tamaño natural pertenece al Moderna Musset de Estocolmo; la original se encuentra en el Philadelphia Museum of Art.

Igualmente hermética, la inamovible Étant donnés…, también está cargada de un evidente erotismo. Duchamp trabajó secretamente por más de 20 años en su estudio neoyorquino sobre esta obra, instalada después de su muerte -a través de sus precisas instrucciones escritas- en el museo de Filadelfia. La instalación puede ser vista a través de dos mirillas que perforan una maciza y antigua puerta de madera. El espectador se encuentra espiando como un voyeur una insólita ambientación en la que una figura femenina en tamaño real, con sus piernas abiertas y sosteniendo una lámpara, está recostada sobre hojas secas, en un paisaje con una luminosa cascada al fondo. Filipovic percibe este desnudo como "otra manifestación de la `novia` del Gran vidrio, aún inalcanzable para el `soltero` (encarnado por el espectador), bloqueado por la puerta". Como apunta la curadora, Étant donné… compendia muchas de las preocupaciones que Duchamp desarrolló a lo largo de su vida: el erotismo, el desnudo, la perspectiva, la ilusión óptica, la fotografía, entre otras.

Bien "duchampiano", el simulacro de Yukio Fujimoto y Yukihiro Hirayoshi es perfecto; quien esto escribe accedió al extraño original durante una visita a Filadelfia. La pieza -proyección en estéreo de dos fotografías- fue montada igual en Buenos Aires y los espectadores debieron asomarse de a uno a los agujeros de una pesada puerta. Todo en Duchamp exige la complicidad del observador para dejarse invadir por la curiosidad y decidir con qué historia quedarse de las muchas que proponen las obras, cumpliéndose su premisa que consideraba al artista apenas como un mediador, sobre cuyo trabajo el espectador tendría la última palabra.

Duchamp sigue dando que hablar a 40 años de su muerte. Proa organizó el primer Coloquio Internacional MD en América Latina, coordinado por Paul B. Franklin, editor de Étant donné Marcel Duchamp, publicación anual de la Association pour l`Étude de Marcel Duchamp (Asociación para el estudio de MD). (Ver detalle en recuadro.)

Los intelectuales "duchampianos" debatieron acerca de su obra y su figura ante un promedio de 140 personas por sesión, que se fueron con tantas certezas como preguntas. El legendario Duchamp no da tregua. Tras su partida, la muestra quedó registrada en dos catálogos publicados por Proa, de donde se extrajeron todas las citas de este texto.

Fundación Proa

PROA ES UN CENTRO privado de arte contemporáneo -respaldado por el grupo industrial Tenaris-Ternium, Organización Techint- inaugurado en 1996 en Pedro de Mendoza 1929, La Boca. Nacido a fines del siglo XIX en la boca del Riachuelo, el barrio adquirió su singularidad urbana a mediados del siglo pasado, al expresar ideales de las vanguardias: el muralismo, vivir en arte, el arte participativo. A pesar de su deterioro actual, el barrio aún conserva algo de la impronta que imaginara el artista Quinquela Martín (1890-1977), con sus murales, colores y arquitectura única, mezcla de fachadas armónicas de simetrías, casas de chapa pintadas, con la calle más famosa del folklore urbano porteño: Caminito. La ampliación de Fundación Proa fue realizada por el estudio Caruso-Torricella de Milán, el mismo que hace más de diez años transformó el antiguo edificio inicial de la Fundación en un punto de referencia del arte contemporáneo. Para su crecimiento, a la casona original del siglo XIX -con su frente preservado y restaurado- se le sumaron dos casas aledañas y se incorporaron dos grandes fachadas de vidrio.

Preguntas y respuestas

EN EL COLOQUIO organizado por Proa intervino un nutrido y experto grupo de participantes. El académico y marchand Francis Naumann discurrió sobre cómo la temática del ajedrez penetró su producción artística; Gonzalo Aguilar se ocupó del artista como cartógrafo y Elena Filipovic discutió su papel como curador. Linda Henderson, especialista en arte del Siglo XX, exploró el modo en que él se vinculó con la ciencia, y acerca de sus reflexiones sobre la cuarta dimensión espacial. Otro de sus biógrafos, Bernard Marcadé propuso escuchar, antes que interpretar, lo que Duchamp decía acerca de los readymades y el artista Jean-Jacques Lebel compartió sus recuerdos de él y examinó su interés por Max Stirner y Friedrich Nietzsche. Gloria Moure, organizadora de la primera muestra MD en España en 1984, abordó la conexión entre Étant donnés y el Gran Vidrio. Michael Taylor, curador de arte moderno del Philadelphia Museum of Art, se explayó sobre el tema del cuerpo, el surrealismo y la creación del Étant donnés.