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lunes, 3 de noviembre de 2008

Miradas ausentes en la calle -

INTERVENCIÓN EN ESPACIOS PÚBLICOS | JUAN ÁNGEL URRUZOLA

CENTRO CULTURAL DE ESPAÑA [CCE], Montevideo, Uruguay

Retomando la línea de trabajo sobre la memoria social y las estructuras imaginarias que se construyen contra el olvido, este año proponemos una revisión del tema a través del trabajo del artista uruguayo Juan Ángel Urruzola.

En el 2006 presentamos la muestra “Miradas ausentes” y el proyecto de intervención de fachada. Este año, Juan Ángel Urruzola propone una reelaboración del tema a través de una intervención urbana con 50 gigantografías que habitarán distintos puntos de la ciudad.


Mirada y memoria: reconfiguraciones materiales y simbólicas

Fotógrafo conceptual, y pegatinero, por las calles de Montevideo


Tatiana Oroño

Convocado por el Centro Cultural de España (CCE) en Montevideo, Juan Ángel Urruzola (1953), lleva a cabo una intervención urbana con fotos de desaparecidos. Ya en 2006 el artista había realizado la intervención anual de fachada de la institución[1] con fotos de desaparecidos españoles y una exposición fotográfica en sala[2] a propósito de la cual ya había sido señalada “la aspiración mural que [planteaban sus] imágenes”[3]. Esta ocupación de varios puntos de la ciudad con imágenes en blanco y negro ampliadas del tamaño de anuncios publicitarios o carteles propagandísticos[4] tiene como antecedente más directo su propia muestra Ausencias y presencias, en Porto Alegre durante la 4ª Bienal do Mercosul (2003). Aquellas imágenes agigantaban a escala de espacio público la propuesta visual que, a partir de 90 fotos carné de desaparecidos, había logrado formular ya a fines de los ’90. Su esquema iconográfico es, visualmente, sencillo: sobre el fondo de un espacio urbano vacío, a menudo algún tramo de los 40 kilómetros de rambla montevideana, un antebrazo y mano – que podrían ser anónimas – en escorzo, irrumpen en la panorámica sosteniendo una foto carné[5]. El fondo contra el que se destaca no está en foco, si bien es perfectamente visible, sino que es borroso, ópticamente esquivo. Puede interpretarse como sugerida metáfora del velado escenario de la verdad histórica aún oculta, todavía por develar. Del dolor persistente y contenido. De la dignidad colectiva todavía encriptada.


“A mí me interesa la construcción de mirada”

Aunque fácil de describir, el efecto de estas Miradas ausentes – las llamó así desde la primera serie, expuesta en el hall de la IMM en 2001- es perturbador. La perspectiva del brazo cuya longitud es reducida por el punto de vista oblicuo refuerza su irrupción, inquietante, en el campo visual. El brazo penetra el espacio y lo interviene. Asimismo la transgresión del paisaje natural, como escenario, es una vuelta de tuerca fuerte. No se trata de espacios de solaz público sino su reverso. Son explanadas, avenidas y sobre todo veredas de rambla cuyo destino se invierte, están desiertas. Una ciudad fantasma parece amenazar a la cámara. A menudo los cielos de nubes revueltas, con tenues rasgaduras o jirones plomizos, parecen aludir a otra clase de vientos rasantes que borraron identidades arrebatando cuerpos.

De esos cuerpos ausentes han quedado fotos carné, instantáneas de estudio destinadas a acreditar identidad civil. La foto documenta el momento irrelevante de esa rutina – un rostro mira a la cámara – en un tiempo anterior a la catástrofe que arrasó con ese cuerpo, su rostro y sus ojos. Pero ese tiempo retorna terco, ominoso, en la mirada de las que fueron sus víctimas, en los ojos que nos miran en el marco de un paisaje incongruente puesto en falso. Hubo un rostro que miró en otro tiempo y lugar a una cámara. Otra cámara mira, ahora, aquella foto entonces revelada en pocos minutos que ya no revela, sin embargo, ni siquiera tras pacientes décadas, el destino corrido. Una mano (“lo primero que me mostró la foto fue mi brazo extendido”[6]) sostiene la foto nítida contra el paisaje desrealizado por efecto violento de contrastes. Naturaleza e historia no se avienen, no es posible naturalizar el terrorismo de Estado. No es posible borrar las huellas del horror por más ángulos panorámicos –cielos, bahía, follajes- que se sumen tras la lente fotográfica así como, según el adagio popular, no es posible “tapar el sol con un harnero”. Algo de todo esto me dicen estas fotos.

Por tanto, el primer “cierre” posible para aquella dolorosa contradicción que tensó la mirada del fotógrafo desde el principio (“ese Montevideo vacío, desolado de 12 años después del exilio”) es el planteo visual logrado por Urruzola como síntesis de una larga etapa de búsquedas. Para él equivale a “cerrar un círculo con[sigo] mismo”. Sutura fracturas de su memoria. Pero además advierte cómo, cuando el observador se para y mira está suplantándolo a él, mirando qué recortó su mirada, tomándola en los ojos hoy ausentes captados por su cámara. En sus fotos hay una delegación de mirada. Son estas fotos. Ahora ampliadas y pegadas con engrudo al aire libre.

Estas imágenes “reconfiguran” el paisaje local intervenido por el tiempo o mejor, por la convergencia de dos tiempos: el de los ojos de los desaparecidos y el de nuestros ojos que, al mirar, los encuentran e interrogan. Hay un primer “cierre” en dos planos: el de la composición visual, con su trastrocamiento de marcos, y el de su performatividad apelativa, interpelante. “Se los llevaron y yo los incluyo” – afirma Urruzola. “A mí lo que me interesa es la construcción de mirada”

¿Y desde dónde elige construirla? Lo ha dicho claro: “A mí me interesa un artista comprometido con el lugar en que vive. Ese es mi rollo.”


Mirarse a los ojos

“En 1972, cuando los militares uruguayos me detuvieron, su primer gesto fue ponerme una capucha. A otros les vendaban los ojos. A todos se les “amputaba” la mirada. Estaba prohibido “mirar”, acaso “ver”...” [7] - ha escrito también. Mientras escribo estas líneas leo una noticia periodística cuya coincidencia con la reflexión artística que investigo es impactante. Julio Abreu, único testigo del traslado de los fusilados de Soca en noviembre de 1974, único sobreviviente del vuelo que transportó desde Argentina a Uruguay a seis personas, y el primero en el que se sabe que autoridades uruguayas trajeron clandestinamente presos políticos para ejecutarlos expresa, al declarar por primera vez ante la Justicia: “Yo sabía que en no ver y en no saber se me iba la vida [...][8]”.

Juan Ángel ha trabajado en fotografía y video desde una ética de construcción de identidad que implica la otredad. Se es siempre el otro de otro. En el marco de las lógicas de pensamiento único que invisibilizaron durante la dictadura cívico militar uruguaya (1973-1985) desapariciones forzadas y otros crímenes, impunes aún hoy en democracia, Urruzola logra configurar una propuesta visual dialógica inclusivista. El gesto de esta propuesta conduce a la recuperación de la dignidad perdida e implica construcción asuntiva de mirada: un hacerse cargo de lo que se ve. Para poder mirarnos unos a otros. A los ojos.


El lugar público, calles y muros, mirada intersubjetiva

Decía que las búsquedas de Urruzola logran un primer “cierre” en la composición del plano fotográfico, propiamente en las imágenes de Miradas ausentes. Pero hay un segundo “cierre” material y simbólico que tiene que ver con el emplazamiento de esas imágenes, y con las técnicas elegidas para la intervención urbana. “A mí el arte en la calle es algo que me interesa mucho. Desde los tiempos de la Escuela Nacional de Bellas Artes. Cuando yo no tenía todavía ni 20 años...”, evoca.

Se propuso encontrar 12 muros “que no se vayan de escala” y “por donde pase la gente”, para emplazar 6 fotos impresas en papel vegetal – “el único que se puede pegar con engrudo” - y tintas con solventes resistentes al agua. “Yo quería esa textura que se agarra a las imperfecciones del muro y eso solo se logra con papel vegetal. Ese papel ya no se encuentra. No quería papel plastificado porque no cualquier mensaje va en cualquier formato”[9]. Y remata con un comentario casi para sí mismo que podría oficiar como epígrafe de su poética: “ahora la paradoja es que lo más simple es lo más difícil de encontrar...”

Las imágenes de Juan Ángel Urruzola buscan una re-territorialización intersubjetiva del imaginario montevideano. Para quienes viven, vivimos, en ella hay zonas vividas, hay lugares que embolsan temporalidad(es) múltiples. La cámara y la intervención urbana de Urruzola “embolsan” miradas sucesivas que logra poéticamente hacer simultáneas. Los rostros cuya fisicalidad aquí o a partir de aquí perdió lugar y tiempo, identidad, pertenecieron a quienes habían decidido construir su identidad en plural, con otros, entre individualidades que eligieron no ser individualistas,[10]

Las fotos carné representan identidades expulsadas del ciclo natural de vida, muerte y duelo reparador. Por tanto la ciudad inaugura una segunda naturaleza, sesgada o atravesada por la historia, por múltiples historias. Tanto por la historia de la plaza pública, de la manifestación y el mitin en las calles, de los carteles propagandísticos elaborados en las comisiones gremiales y políticas, o de las pegatinas nocturnas en los muros, como la historia que empezará en la recepción que cada uno de nosotros hará, de camino, al pasar frente a cualquiera de los muros elegidos, ojalá que con tiempo para detenerse. Y mirar.


Tatiana Oroño

Poeta, narradora, profesora de Literatura, crítica literaria y de arte en medios nacionales y extranjeros. Incluida en el Programa oficial de Literatura, 1º Bachillerato, 2006. Últimos libros de poesía: La piedra nada sabe (Ed. Hum, Colección Estuario, Montevideo, 2008); Morada móvil (Ed. Artefato, Montevideo, 2004); Tout fut ce qui ne fut pas /Todo tuvo la forma que no tuvo (ed. bilingüe, Autres Temps-Les Écrits des Forges, con el apoyo del Centro Internacional del Libro, Marsella, 2002).


Juan Ángel Urruzola (Montevideo, 1953)

Exposiciones individuales

2006 Miradas ausentes. Centro Cultural de España en Montevideo.

2001 Miradas. El Ciudadano, Montevideo.

2000 Miradas ausentes, Atrio de la IMM.

1995 Homenaje a José Bergamín. Casa Gandhi, Montevideo.

1994 Granja Pepita. Encuentro Latinoamericano de Fotografía, Caracas, Venezuela.

1993 Series. Museo Juan Manuel Blanes, Montevideo.


Exposiciones colectivas

1997 4ta. Bienal del Mercosur, Porto Alegre, Brasil.

1994 8 artistas y el libro. Casa Gandhi, Montevideo.

1993 Exposición itinerante de Asociación de Críticos de Nueva York, EUA.

1992 Granja Pepita. Fotofest, Houston, EUA.

1990 Exposición Multifoto, Maldonado.

Bienarte III, Alianza Cultural Uruguay-Estados Unidos. Montevideo.


[1] La misma fue tapa de la revista Guaraguao, Año 10, nº 23, invierno 2006, Barcelona.

[2] Además de la cobertura en prensa local motivó una entrevista de la autora en la citada revista: Oroño, Tatiana; “Los ojos en que te miras”, Guaraguao, Año 10, nº 22, 2006: 137-143.

[3] Peluffo Linari, Gabriel: Sobre las fotografías y la intervención de la fachada de Juan Ángel Urruzola en el CCE, CCE, Montevideo, 2006. (Desplegable)

[4] 1.60 x 3.60 m.

[5] “En Porto Alegre hice imprimir varias veces una serie de fotos de 4 m de largo, para renovar a los 20 o 30 días. La Bienal contrató una empresa pequeña y salíamos de madrugada de pegatina.” (Entrevista con la autora, febrero 2006).

[6] Entrevista citada.

[7] Urruzola, Juan Ángel, “Mirar y ver”. Juan Ángel Urruzola, CCE / 2006. (Desplegable)

[8] La diaria, 09.09.08, p.2.

[9] Entrevista con la autora, agosto 2008.

[10] Urruzola, María, “Nos miran”. Juan Ángel Urruzola, Miradas ausentes. CCE (Tarjetón)

contacto:
Juan Angel Urruzola
juanangel@urruzola.net
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