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jueves, 1 de octubre de 2009

Un anti-modelo

Libro sobre Juan Carlos Onetti
Ilan Stavans
(desde Amherst, Massachusetts)

JULIO CORTÁZAR llamó a Onetti "el más grande novelista latinoamericano", lo que resulta curioso viniendo de un argentino de estatura descomedida. En el 2009 se le festeja como piedra fundacional en la cultura uruguaya y, por sinécdoque, en la identidad nacional. Pero el rastro de Onetti fuera del mundo de habla hispana es nulo, o casi.

En Estados Unidos, por ejemplo, donde este cronista vive desde hace más de dos décadas, sus libros -en traducción, por supuesto- no se consiguen o están agotados. Lo mismo podría decirse del público. Un escritor secreto tiene un club de seguidores secretos. No es el caso de Onetti: fuera de un puñado de especialistas académicos, nadie sabe de él. De ahí que haya que pensarlo en estas latitudes como un no-escritor, y éste como el año de un no-homenaje.

Se dirá, con acierto, que hay autores que son gigantes precisamente porque no existen (el Quijote es citado por medio mundo y leído por una milésima parte), pero en el caso de Onetti el argumento es una sandez. O, a nivel práctico, hay quien afirmará -otra vez- que la falta de lectores gringos es menos un mal de Onetti que una enfermedad de ese país rabelaisiano, porque el norteamericano promedio no lee. Mentira. En una nación de más de trescientos millones de personas, me consta que se mantiene viva la pasión por la fauna literaria. Ocurre que el uruguayo no tiene en ella ni una esquina rota.

UN NUEVO LIBRO. De esa caja de resonancia que es la fiesta onettiana surge este panegírico de Omar Prego Gadea y María Angélica Petit, Onetti: la Novela Total, publicado por la editorial Seix Barral. Digo panegírico y no trabajo crítico, que es como los autores lo describen, porque basta un vistazo superficial -y, a la sazón, ese vistazo es suficiente- para darse cuenta que Onetti es para Prego y Petit un Dios (sí, con mayúscula). Cabe preguntarse si hay algo, a los ojos de esta pareja, que el autor de Juntacadáveres haya hecho mal. Afirman (pág. 225) que "Cuando ya no importe es una de las mayores novelas, a la vez que la culminación de la obra de un autor que figura entre los más importantes del siglo, y como tal fue saludada".

En contraste, el análisis de la trayectoria onettiana que hizo Mario Vargas Llosa, sigue la línea de sus monografías sobre Cien años de soledad, Madame Bovary y Les misérables: su estilo es claro, abarcador, contundente y, sobre todo, bien organizado. Hay en el peruano un afán comprensivo que se resiste al halago superficial. Asimismo, una estrategia analítica segura que yuxtapone arte y obra.

El libro de Prego y Petit es un anti-modelo. Pese a estar organizado en cuatro partes más o menos simétricas (la primera, a manera introductoria, habla de la generación crítica de 1944-55, la novela latinoamericana y El pozo, la segunda de la saga yoknapatawphiana de Santa María, la tercera sobre los cuentos y las nouvelles como Los adioses y Cuando entonces, y la cuarta sobre temas diversos como la novela policial que aglutina con entrevistas sueltas), en realidad es un mamotreto que más que entretener e informar funciona como somnífero.

Uno de los problemas de Onetti: la Novela Total tiene que ver con lo que desde el siglo XV se llama en inglés un hodgepodge: una suma de partes que nunca termina siendo un todo. Prego y Petit han cosido retazos sueltos publicados a lo largo de décadas, sin intención de establecer una coherencia narrativa entre ellos. Pero el verdadero hándicap es que ambos escriben como si aspiraran a ser leídos solamente por sus estudiantes bajo pena de muerte. La sintaxis es golpeada ("Del texto literario pautado por el contexto histórico y connotaciones psíquicas y existenciales del escritor emerge un mundo paralelo..."), la terminología crítica obtusa ("modernidad enajenada"), y la originalidad nula.

Todo lo cual entristece, pero no sorprende. Hace tiempo que la crítica en América Latina sufre una herida mortal. Somos soñadores empedernidos y nuestra ficción es lúcida, contundente, avasalladora. Nuestra poesía también tiene características sublimes, aunque es desigual. Es en la reflexión literaria donde damos vergüenza. No hay democracia que funcione sin ese espacio de debate, donde los pros o los contras se enfrentan sin tapujos. La crítica es el aceite que permite que la maquinaria intelectual funcione de forma adecuada. Pero entre nosotros abunda la dependencia al chisme y el elogio barato y el horror a la calificación mesurada. No tuvimos un movimiento de Reforma que nos permitiera comprender que al igual que en el mercado de artículos de consumo, en el mundo de las ideas sobreviven aquellas que manifiesten mejor su circunstancias. Somos hijos timoratos del favoritismo.

Prego y Petit han viajado en forma paciente y minuciosa por el universo onettiano. Sin embargo, el viajero que conoce bien una isla en altamar no siempre es su topógrafo oficial. Es fundamental tomar distancia y no creo que Prego y Petit entiendan el valor de ese ejercicio. Escriben sobre Onetti como si estuvieran endeudados, como si de él dependiera su sustento. La amistad que mantuvieron compromete su juicio, lo tergiversa.

ONETTI Y LOS JÓVENES. A su vez, hay que saber para quién y por qué se escribe un libro, sobre todo si el esfuerzo es parte de un marco conmemorativo. Las librerías están abarrotadas de volúmenes de alto precio pero poco valor. Un libro crítico importante no está escrito para halagar sino para mostrarle al lector una manera distinta de entender las cosas.

El delito de los homenajes es creer que hablan a las nuevas generaciones cuando en realidad las ahuyentan. La gente joven no lee a Onetti entre otras cosas porque su mensaje espera en forma desesperada una nueva interpretación, el gancho que conecte esas páginas con un ávido lector joven que desea entender al Uruguay, a América Latina, al tedio, la deshonra y la modernización interrumpida del mal llamado Tercer Mundo. Es absurdo ir hoy a Santa María como si todavía fuera 1950. Los adolescentes actuales viven dentro del film The Matrix (1999). Cabe preguntarse si Santa María no es un augurio narrativo, un vislumbrar laberíntico, la anunciación de ese útero auto-referencial que plantea la película dirigida por los hermanos Wachowski.

En fin, Onetti: la Novela Total es una burbuja vacía que, además, está repleta de erratas. Para no abrumar al lector, sólo algunas perlas: "Xarapa" o "Xalaga" (ambas en pág. 325), acaso dos nombres posibles para un pueblo fantasma en el estado mexicano de Veracruz; la jactanciosa "proficua douermevela", que no aprovecha pero sí embrutece, resistiendo cualquier "alnálisis" (ambas en pág. 75); o las muchas y muy divertidas en el índice onomástico, como la de la pág. 409, que renombra al renombrado Ricardo Piglia como "Saaer Piglia", que según el índice debería estar en la pág. 403, pero allí no aparece Ricardo ni su döppleganger Saaer.

Onetti, la Novela Total no ayudará a traer lectores a Onetti ni despertará de su marasmo a aquellos que no saben si el futuro le depara un espacio en el anaquel de los clásicos. Borges dijo una vez que Horacio Quiroga escribió mal los cuentos que Edgar Allan Poe ya había escrito bien. A veces pienso lo mismo de Onetti: escribió mal las novelas que Faulkner redactó genialmente. A Vargas Llosa por lo menos le debo una nueva mirada.

Seix Barral lanzó hace poco la Biblioteca Onetti, prueba contundente que de ahora en adelante nadie la querrá visitar porque a las bibliotecas la gente les tiene miedo. Para ser honestos, sólo sirven como escenario de un primer beso. En el Uruguay, a cien años de su natalicio, el nombre de este huraño caprichoso aparece en ítems oficiales: calles, monumentos, estampillas, centros culturales y en libros como éste que empolvan su legado, haciéndolo menos humano.

ONETTI, LA NOVELA TOTAL, de Omar Prego Gadea y María Angélica Petit, Seix Barral, Montevideo, 2009. Distribuye Planeta. 411 págs.

*Ilan Stavans es Profesor de Cultura Latinoamericana y Latina en Amherst College, Massachusetts, Estados Unidos. Es autor, entre otros libros, de Octavio Paz: a meditation, The Poetry of Pablo Neruda, y del Oxford Book of Latin American Essays.